“Solemos caer bien a los rivales por nuestra modestia, pero luego en la pista peleamos como jabatos“, explica Milagros Diego
En la Superliga, máxima categoría masculina del voleibol nacional, destaca la presencia del CV Almoradí, un club humilde que se codea con transatlánticos con muchos más ceros en sus presupuestos. ¿Cómo ha podido llegar hasta la elite un municipio de apenas 20.000 habitantes? Milagros Diego, su presidenta en los últimos años, aún no se lo cree: “Antes de algunos partidos yo sólo rezaba para que no hiciéramos el ridículo. La diferencia de presupuestos es abismal y pese a ello hemos dado siempre la cara”.
El CV Almoradí tiene a sus espaldas un extraordinario trabajo de cantera y el 80% de sus jugadores proceden de la base. “La mayoría de jugadores no cobra, estamos a años luz de otros clubes más profesionalizados, pero a ilusión no nos gana nadie. Tenemos convenios con las universidades CEU Elche y UCAM Murcia y muchos chicos estudian allí y juegan con nosotros, por ese lado nos beneficiamos y podemos ser competitivos”, explica Milagros Diego
“Solemos caer bien a los rivales por nuestra modestia, pero después en la pista peleamos como jabatos, el grupo en el vestuario es extraordinario y eso se refleja luego en la pista. Tenemos pocas ayudas institucionales y de la empresa privada sólo nos ayuda el pequeño comercio, al que estamos eternamente agradecidos”, explica la directiva del CV Almoradí, club ubicado en un municipio de la comarca alicantina de la Vega Baja, una zona con gran tradición de voleibol.
Por su parte, Pedro Miralles, entrenador-jugador, cumple su decimocuarta temporada en el club y se muestra orgulloso: “El CV Almoradí hace una labor casi más social que deportiva. Ahora hay varios jugadores compitiendo en Superliga que yo entrené hace 14 años y eran infantiles. Eso produce un orgullo y un sentimiento de pertenencia al club que otros clubes no lo tienen. Somos pseudoprofesionales, pero estamos encantados de serlo, el proyecto de la cantera está por encima de todo”.